Posts tagged ‘Juan Carlos Ynuma’

marzo 24, 2011

Trance

por Libertad Periodística

Onirismos: Juan Carlos Ynuma


Soñé con ella, no había visto su cuarto aún, pero donde estábamos eso parecía ser, era el cuarto de una adolescente, esos con toques de niña y de señorita, no nos decíamos nada, con el fluorescente apagado, unas cuatro velas iluminándonos, ese se transformaba en un lugar pagano, de silencio, de ritual. Alrededor se formaban sombras alargadas y deformes, como espíritus oscuros contemplándonos… en un tazón metálico no se que metal, pero no tenía grabado ningún símbolo tribal, se mecía en dos arcos a los lados, dentro se cocinaban una serpiente y una masa de carne al parecer aún viva, noté que por ratos se movía, pronto definí que era un corazón humano, no llegue a hacerlo, pero sabía que ella cocinaba para mi, y yo estaba predispuesto a ingerir, me encontraba hambriento, mi boca salivaba, ese olor me cubría de ansias…

Despertó antes, cuando estaba apunto de llevarse un bocado, aun percibía el hedor del reptil y la carne cruda, su pijama estaba empapada de sudor, le dolía el pecho, se levantó desesperado, y corrió hasta el baño, vomitó por varios minutos, vomitó hasta sangrar por la nariz. Se quedo reflexivo sosteniéndose con las palmas sobre el borde de la taza.

Faltaba un par de horas para que el cielo se aclare, se metió a su cuarto, encendió la luz, empezó a dar algunas vueltas sobre el pequeño espacio vacío, se rascaba la nuca, le temblaban los dedos, la boca se le secaba, en el pecho había un extraño vacío, lo tocaba y sentía su corazón palpitando con terrible fuerza, pero aun era como si no hubiese nada, se sentó sobre su colchón, y empezó a pensar, intentar pensar en cosas agradables, ¿A dónde se había ido el sueño? Tenía muchas ganas de estar afuera, de que amanezca de una vez, su inquietud amenazaba con hacerlo gritar. Cogió el Sketch book que reposaba sobre el estante de libros, abrió el ultimo cajón de su velador, entre las reglas, papelitos, una cartuchera, encontró el lápiz carboncillo y pintarrajeó la cartulina en blanco, líneas sin sentido, formas absurdas, nada concreto, muchas sombras, muchas cruces, las palmas se manchaban, las yemas se ponían rojas, la muñeca dolía, sin embargo tras unos minutos, apareció un excelente retrato de Vanesa arreglándose el cabello frente al espejo, quedo pasmado en la contemplación de su ser, el dibujo tenía gran realismo, estaba plagado de obsesivos detalles, había conseguido plasmar con una exactitud tenebrosa el siniestro brillo de su mirada reflejada en el vidrio, daba la impresión de que aquella chispa oscura traspasaba el papel y hacía contacto con sus ojos, con la misma agudeza que experimentaba en los segundos en los que sus miradas se cruzaban cada vez que el pasaba por su ventana. Acariciaba el papel con lentitud y delicadeza, deteniéndose por el rostro, la espalda, la cintura, acercó el dibujo a sus labios, cerró los ojos, le dio un largo beso sin presionar mucho el papel, no entendiendo aún si besaba la belleza de su creación, o si la besaba a ella.

marzo 15, 2011

Una dosis más

por Libertad Periodística

Onirismos: Juan Carlos Ynuma

… Pasar noches enteras fumando, tomando, aspirando de todo, era algo que se daba si o sí cada fin de semana. Era lógico que algún día mi cuerpo tenía que responder a tal abuso, pero éste siempre era acallado por las falsas mascaras de energía, valor, alegría, todo lo que me hacía resistir hasta el amanecer, por lo general terminaba desmayado en medio de un muladar de cuerpos semidesnudos, o en el suelo de alguna casa que con grandes esfuerzos de memoria descubría que pertenecía al amigo, del amigo, del amigo, de algún conocido mío. Tenía la colilla entre los dedos, un par de centímetros faltaban consumirse, como había quedado inmóvil como un maniquí sonriente césar me lo arranchó. Esa vez mi cuerpo respondió como debía responder, sin dejarse cubrir por ninguna máscara, quiso que lo escuchen, luchó por lograrlo, cuando lo consiguió yo ya no pude regresar, estaba fuera, había muerto.

Ocurrió al sexto cigarrillo, que ironía que ese aya sido el que más disfruté, porque me hizo recostar en la pared cargado de relajo, mis ojos veían hondas transparentes de tenues colores hipnotizándome, César estaba al frente haciendo no se que, mi visión distorsionada no lo podía definir, veía su silueta borrosa también recostada en la pared, su cara me miraba, de repente me estaba diciendo algo, quizá lo que siempre solía decir, ¿Qué tal el viaje Dani? Yo estoy en otras Brother… luego lo pude escuchar, no me decía eso, sino repetía mi nombre una y otra vez, pronto me di cuenta que subía el volumen de su voz, ahora lo gritaba acercándose, ¡Daniel, Daniel! ¡Puta madre! ¡Daniel! El tacto de sus manos apretando mis mejillas desesperado porque reaccione, es el último recuerdo de cuando aún pertenecía a mi cuerpo. Porque después tras una punzante sensación de frío, se partió en dos la realidad, luego me escuche gritar con pánico mientras algo me tragaba y creó que yo me negaba a ceder, claro que fue en vano, pues luego me encontraba donde estoy ahora, en el vacío. Todo lo que veo sin necesidad de mis ojos parece insensible a mi extraña presencia, aunque todo emite sonido y despide débiles halos de luz, no puedo palpar nada y nada me palpa a mi, existo y no a la vez. No se si debería hablar de minutos o segundos, quizá eso ya no tenga sentido aquí, nomás sé que luego de un momento el remolino etéreo a mi alrededor se disipó. Ante mi estaba la espalda de César, rogaba por encontrarme algún signo de vida, aún guardaba esperanzas, fue grande el susto que se llevó cuando vio salir por mis fosas dos filas de espesa sangre oscura, comprendió que lo que tocaba era un cadáver. Lo vi soltarme como si no resistiese el hielo de mi piel, no soportaba ni siquiera mirarme, se alejaba de costado con la cabeza agachada, su miedo me afectaba, lo percibía como parte del espacio flotando invisible igual que yo. Se arrimó hacia la esquina donde encogió sus extremidades igual a un niño temeroso, no supe más que pasó ahí.

La misma fuerza que me alejó del cuerpo volvió a absorberme, esta vez con menos violencia, permitiéndome pasear por los nebulosos sitios donde me hacía aparecer, no eran sino lugares familiares, algunos muy rebuscados o perdidos, al verlos reaparecían ante mi muchísimos recuerdos, muchísimos detalles, el pasado y el presente se revolvían. Veía desde arriba una a una a las mujeres con quienes tuve aventuras, me comprometí, también las que me gustaron y nunca tuve el valor de conocer, dormían, soñaban, fue ahí que me di cuenta que solo las personas con quienes compartí momentos en vida me sentían quizá como alguna brisa inexplicable cuando en mi se encendía un fuerte deseo por estar a su lado. Al aparecer sobre mi madre ésta se despertó de un salto, prendió las luces, revisó los cuartos, se apretaba el corazón de tanta angustia, me mantuve cerca de ella observando la preocupación pasmada en su rostro, su miraba oscilaba entre el reloj y la puerta, después se vistió decidida a buscarme. Con tristeza di un paseo por los pasadizos de mi casa, por mi habitación donde en mi presencia los objetos que más solía usar reaccionaban con ligeros temblores, suficientes para alarmar a mi padre, mis tíos que vinieron de visita, mi hermana, todos percibiéndome gracias a algún nexo espiritual que interpretaban con temor.

Durante el recorrido por los paraderos de mi vida descubrí que iba en retroceso, lo que tenía no podía llamarse memoria, era algo más amplio, más capaz, registraba cada instante de mi existencia, pronto me entendía más y me quería menos, al culminar el viaje, era un manojo de experiencias frustrantes, de conocimiento, de amargura.
Que terrible, la vida fuera del cuerpo aunque diferente era la misma, me encuentro flotando ante mis recuerdos, y en ningún momento ceso de sentirme incompleto. Pienso que este es el infierno, mi infierno, hay momentos en los que caigo en algo parecido al sueño humano donde me siento tranquilo con la sensación de que se abriera un camino nuevo hacia un lugar pacífico, en ese instante escucho el llanto de mi madre, sus reproches, sus lamentos, es como despertar, vuelvo a encontrarme en este espacio incierto, lleno de voces, reflejos, destellos, penumbras, reaparecen en mi necesidades de la carne imposibles de saciar, hambre, sed, además cuanto desearía tener manos, pulmones, encéfalo, para hacer posible experimentar un momento la sensación de escape que solo otorga la administración de una dosis más…

marzo 8, 2011

Rendido

por Libertad Periodística

Onirismos: Juan Carlos Ynuma

… Otra vez, otra maldita vez, el mínimo movimiento me genera este… este… no es ardor, ni dolor, el dolor viene después, cuando me decido ir al baño y empiezo a orinar agujas, no jalo la palanca, antes de llamarla mi mujer ya está detrás esperando, se aproxima a mirar, coágulos de sangre que no terminan de combinarse con el agua y la orina, se dispersan con lentitud, lo único que nos decimos es que mañana volveremos al médico, supuestamente estos sangrados deberían haber durado tres días ya van semana y media. Nos tomamos un ativan cada uno haber si logramos dormir, en realidad ella toma dos o tres creyendo que yo no lo sé, la comprendo, con uno no basta, con tres queda tan sedada que ni pesadillas podrá tener.

Es en vano, nunca duermo, recuerdo a mi madre diciéndome que un día me va dar “patatus”, no es novedad, siempre tuve trastornos del sueño, prefiero prender la Laptop en el comedor, ver esas largas propuestas que dudo pueda terminar, dejaré plantado al ingeniero Ulises, la junta de la tarde, desconectare el teléfono. Un amigo psicólogo una vez me dijo con preocupación lo importante que es dormir, para dejar que la mente sueñe con libertad, que sino lo hago, que si la restrinjo de esa actividad, ésta buscara desesperada la forma de hacerlo, incluso mientras estoy despierto… ¿Despierto? Voy perdiéndole significado a esa palabra, cuando no duermes la vida es un sueño constante, un reflejo, y los segundos en los que uno cabecea de cansancio… eso es como despertar un rato.

Ese gordo intelectual tenía razón, a veces tengo visiones, o escucho… últimamente estuve escuchando un aleteo como de insecto, me quedo quieto intentando encontrar el rincón de donde viene ese sonido, por ratos lo ignoro, pero nada, en minutos vuelvo a desesperarme, el aleteo me altera, pienso en una cucaracha, las que vuelan, me da nauseas, pienso en un escarabajo, o en una polilla grande, pienso en la cola de una serpiente cascabel, pienso que todo eso está dentro de mi en mi cabeza, sonando desde adentro, voy al lavatorio, le pongo el tampón y sumerjo mi cabeza en el agua. Aquí donde todo se escucha lejano, me siento seguro, pero la necesidad de respirar me lo arrebata, y solo me queda seguir buscando al detestable insecto.

En particular esta noche moví todos los muebles, ingresé al cuarto de Gilary mi hija, miré bajo su cama, la desperté, quise que se levantara para ver por sus sábanas, saqué la ropa de los cajones, moví la cocina, destruí los vasos, recibí varias bofetadas de mi mujer, al final lloramos juntos en un rincón cuando caí rendido…